LA MARIPOSA DE TU VIDA XII, XIII Y EPÍLOGO.

 EL RETO… OTRA VEZ

La  mañana se me pasó muy lenta, porque ninguna de las clases me interesó lo más mínimo. La parte buena es que ya había arreglado las cosas con Sara y Jorge así que tenía al menos algo feliz en lo que pensar en las aburridas clases. 


En el recreo, hablamos de quedar al día siguiente por la tarde, ya que después era puente y no había instituto. La mayoría podíamos así que a Hugo se le ocurrió volver a repetir el reto de la mariposa. Yo me negué y dije que me parecía una tontería como una casa encerrar a animales sólo por diversión. Los demás aceptaron a regañadientes que yo tenía razón y dijeron que inmediatamente después de capturar a las mariposas, las soltaríamos.


Entonces, mientras me pensaba si quedar mañana o no, me llegó un mensaje. Desbloqueé el móvil rapidísimo, pensando con alivio que era justo lo que necesitaba. 


 “La mariposa aprendió a volar, no sólo para dar una lección a aquellos que un día le habían dicho que nunca lo conseguiría. Ella ha decidido que quiere aprender porque es una de sus metas en la vida y porque cuando vuela se siente libre y satisfecha de haberlo conseguido.” ~mariposa


Pero al leer el mensaje, me quedé con la mente más confundida que antes. ¿Qué debía hacer? ¿Qué quería la mariposa que hiciera? ¿Qué quería hacer yo?





LA VERDAD DE LA MARIPOSA

Al final me decidí a quedar el miércoles, ya decidiría más tarde si participar en el reto o no.


Fuimos al parque de El Palacio, como siempre y estuvimos un buen rato sentados en los bancos, simplemente comiendo pipas, bebiendo Coca-Cola y hablando de todo tipo de temas como, otra vez, de qué bachillerato cogeríamos el año que viene. Yo sigo sin tener muy claro por cierto, porque a mí se me dan bien las letras y las ciencias y aunque me gustan más las letras, todos mis amigos y amigas van a ir a Ciencias. Pero bueno, ya tendría tiempo de decidirlo, todavía quedan un par de semanas.


En ese momento me di cuenta que esas pequeñas cosas, como hablar con los amigos un rato, pasear al aire libre, son los detalles que hacen bonita la vida. Son los momentos que, cuando pasen unos años, todavía seguirás acordándote y que, cada vez que los recuerdes, te aparecerá una sonrisa en la cara. Yo creo que eso, eso es la felicidad.


Pero bueno, a lo que iba, tras comer y hablar un largo rato, mis amigos cogieron sus tarros y fueron a buscar mariposas. Yo me quedé en el banco, pensando si seguirles o volver a abandonar el reto. Ya les había dicho a mis amigos que no volvería a pasar pero que llegado el momento me volvía a replantear mi decisión.


Entonces, me llegó un mensaje y lo abrí corriendo, ya que esperaba encontrarme lo que justo necesitaba en ese momento. Y así era.


“La mariposa sabe que ciertos problemas se repiten. Muchas veces a lo largo de su vida se ve ante las mismas dificultades y se deprime, pensando que no será capaz de pasar por ellos otra vez. << Ya pasé por esto>>, se queja a su corazón.  << Claro que lo pasaste - responde su corazón- pero nunca lo sobrepasaste>>. Entonces, la mariposa comprende que las experiencias repetidas tienen como finalidad enseñarle lo que no quiso aprender.” ~ mariposa


Me llevó pillar el significado más tiempo del que pensaba, pero una vez lo tuve claro, fui a buscar a mis amigos y les dije que tenía que contarles una cosa. Vinieron todos al banco donde yo estaba y se callaron para prestarme atención.


- Veréis – empecé – no me parece que este reto sea útil ni divertido y me parece una tontería que lo tenga que hacer sólo para contentaros a vosotros, porque no es algo que a mí me apetezca hacer. Y por esto mismo, deciros que no voy a hacer el reto y que lo mejor es que vosotros tampoco lo hagáis.


En ese momento de mi improvisado discurso, Cristina dijo: - Perdona pero ¿todo eso no te lo habrá dicho una mariposa, verdad?


Yo enmudecí, y Cris, interpretando mi silencio como confusión (y no se equivocaba), siguió: - Es que, verás, nosotros conocemos a la mariposa- miré a mis demás amigos y vi que todos asentían- y tú… tú también la conoces. Es tu hermano, Gonzalo.


Yo no podía creerlo. ¿Gonzalo? 


- Sí, tu hermano contactó con nosotros porque no quería que estudiar fuera del país significara dejar de cuidar de ti. Y por eso, con nuestras valiosas informaciones – añadió Cris en plan agente secreto – tu hermano te ha estado enviando consejos cada vez que sabía que los necesitabas.


- ¿Pero… por qué no me dijisteis tú o él desde un principio toda la verdad?- pregunté yo.


- Pues porque, si no me equivoco – dijo Álex, que ese día había venido con nosotros y también se había enterado (como todos) de qué iba este asunto – Cris le contó a tu hermano lo de que no habías cazado ninguna mariposa y él supuso que actuaste así ya que te gustan mucho los animales y no ibas a permitir que nadie les capturase. Entonces, él decidió hacerse pasar por la mariposa que habías salvado, para enseñarte que todas las buenas acciones tienen su recompensa.


Yo estaba flipando. No me cabía en la cabeza la idea de que mi hermano, a pesar de estar tan lejos, quisiese seguir cuidando de mí. ¡Y yo que pensaba que una de las razones por la que se marchó a una universidad extranjera era porque no tendría que volver a hacer de hermano mayor!


Les di las gracias a mis amigos por comprenderme y apoyarme en todo y especialmente por haber colaborado en este asunto de la mariposa. Luego, me despedí de todos y me dirigí a casa, ya que me quedaba una cosa más por hacer. 


Llegué a casa y me dirigí rápidamente a la habitación de mi hermano, donde le encontré con el ordenador. Me abalancé sobre él y le di un enorme abrazo. Él se extrañó bastante al principio, pero luego comprendió todo y me devolvió el abrazo. 


Le expliqué que ya sabía la verdad y le di las gracias por enésima vez. Ese día me fui a dormir con un solo pensamiento en la cabeza (que seguramente se convertiría en alguna frase de alguna de mis canciones, quién sabe...): “Ayudar a los demás es lo más grande que hay en el mundo”.



EPÍLOGO

No me lo puedo creer, no hay más mensajes. El último es el del otro día pero ya no había más. No puede ser. Ha pasado ya mucho tiempo pero desde aquel día me había llegado un mensaje cada vez que lo necesitaba y ahora que era cuando más quería un consejo.. nada. 


Volví a mirar el móvil por enésima vez. Nada. Y tenía que rellenar la matrícula para el curso que viene, antes de 2 horas, ya que hoy es el último día para entregarla. Y todavía no me he decidido. Voy a llamar inmediatamente a mi hermano. A ver si me coge el teléfono...


- ¿Hermanito?

- Sí, ¿qué quieres?

- Es que verás hoy es el último día para entregar la matrícula para el curso que viene, y todavía no he decidido qué bachillerato escoger.

- ¿Cuál te gusta más?

- Es que no sé, creo que me gusta más Letras pero Ciencias también se me da muy bien y es adonde van todos mis amigos. No puedo decidirme, por favor ayúdame.

- Está bien, mira el WhatsApp, te acaba de llegar un mensaje de “la mariposa”

- Gracias, muchas gracias. ¡Adiós!

- ¡Adiós!


Miré el WhatsApp y vi que, efectivamente tenía un mensaje de “la mariposa”:


“Aunque por la vida tienes que ir acompañado, hay decisiones y situaciones que tienes que afrontar tú solo.

Cada uno tiene que saber cuál es su papel en el mundo y expresarlo de forma que ayude a los demás a encontrar el suyo propio.” ~ mariposa


Genial. Si lo había entendido bien, mi hermano me estaba diciendo que ésta decisión la tengo que tomar sin ayuda de nadie, confiando simplemente en lo que yo deseo. No me había servido de ayuda para nada. Pero supongo que tiene razón, hay cosas en la vida que las tienes que decidir en solitario. En fin...


Rellené a toda prisa la matrícula, la metí en el sobre, lo cerré y fui corriendo al instituto. Entregué la matrícula en Secretaría y me fui corriendo a casa, antes de que me pudiese arrepentir de mi decisión.


En cuanto llegué, les comuniqué mi decisión final a mis padres y luego llamé a mi hermano también. En cuanto colgué, me llegó un mensaje. Pero esta vez no era de la mariposa, sino del grupo de Whatsapp que tengo con mis amigos, diciendo que si quedábamos para dar una vuelta y celebrar que ya era verano.


Me cambié rápidamente de ropa, cogí la riñonera con el móvil, el cargador y las llaves y fui al encuentro de mis amigos, con el firme propósito de disfrutar al máximo ese tiempo con ellos, ya que a veces la vida hace que nuestros caminos se separen, aunque quizás, luego se vuelvan a cruzar.


Cuando salí a la calle, nada más cruzar el portal y respirar el aire veraniego, una mariposa se me posó en el hombro. Una mariposa azul con rayas negras y puntitos blancos.


ELENA MARTÍN


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