La mariposa de tu vida ( III) La pelea

 Riiiiiiiing! La clase de historia había terminado y era la hora del recreo. Y menos mal porque llevaba un día pésimo. Y todo porque no me he podido concentrar en  ninguna clase porque todavía seguía pensando en el misterioso mensaje que me había llegado el día anterior. 


No podía, o más bien, no quería creerlo pero todo esto parecía indicar que la mariposa a la que “salvé” ayer me estaba agradeciendo la ayuda. Pero eso es imposible, porque los animales no tienen móvil, ni saben escribir, ni hablar ni pensar, ¿verdad?...


En el recreo me juntaba con mis amigos en el jardín trasero del patio, un sitio con muchos árboles y bancos y bastante lejos de las pistas, donde estaba el resto del mundo.


El recreo me sirvió para distraerme de mis pensamientos del extraño mensaje de la mariposa y estuve hablando con Paula y Jorge sobre el bachillerato que haríamos el año que viene cada uno. Yo no lo tengo muy claro pero ellos están súper convencidos de que van a ir por Ciencias. En fin, todavía queda bastante tiempo para que me tenga que decidir.


Cuando Hugo contó un chiste y nos empezamos a reír todos, vino hasta donde estábamos nosotros Ángela, la enemiga de todo el mundo, ya que siempre se mete con la gente por cualquier cosa. A saber que nos quería echar en cara ese día.


Ángela se acercó y mirándonos con desprecio nos preguntó: - ¿Alguno de vosotros se ha enterado de quién es el nuevo alumno que va a venir este curso?

Nosotros dijimos que no, que no lo sabíamos, a lo cual respondió ella: “Qué vais a saber vosotros pardillos, si es que no sé ni por qué os he preguntado”.


Y con esa amabilidad tan característica suya, escupió hacia nuestros pies y se marchó.

Sinceramente, en mi vida no he conocido a una persona más repelente y asquerosa, es que se cree guay metiéndose con la gente, es que dice que es la mejor y que los demás somos unos pringados cuando en realidad la pringada es ella, es que no la soporto más, es que... ¡Uf odio a Ángela ! 


Me levanté del banco, a decirle cuatro cosas a esa chula, cuando, justo en el momento en que me levanté, me sonó el móvil (que llevaba en el bolsillo del pantalón) indicando que me había llegado un mensaje. Abrí Whatsapp y casi no me pude creer lo que veía:


“Jamás luches con quien no merece el honor del combate” ~ mariposa


Entendí que el mensaje se refería a que no merecía la pena perder mi valioso tiempo del recreo en discutir con Ángela, aunque me extrañó bastante que pareciese más una frase de una película de esas de guerreros y caballeros que me gustan a mí que un mensaje de una mariposa.


“No es el mensaje de una mariposa, las mariposas no escriben wasaps” me dije por décima vez esa mañana.


Llegamos a clase de historia y mis amigos se pusieron a hablar de lo que había dicho Ángela sobre lo del alumno nuevo que iba a venir. Es verdad que días atrás, Chema, nuestro tutor nos había comentado algo al respecto pero, como de costumbre, yo no me había enterado.


El caso es que en esa clase de lengua apareció el tutor con nuestro nuevo compañero: Álex, un chaval alto, rubio, de ojos marrones y que parecía que estaba feliz de estar en el instituto. La verdad es que su cara me sonaba bastante así que me dediqué a rebuscar en mi memoria mientras Sofía, la profe de historia le daba la bienvenida al nuevo alumno y le sentaba en primera fila, al lado de mi amigo Jorge.

Y justo cuando el profe nos pidió que abrieramos el libro de texto por la página 39, me acordé. ¡Yo ya conocía al nuevo alumno! Había ido con él a clases de guitarra, cuando teníamos 10 años. Y además también recordé que Álex había sido una de las pocas personas a las que me he dedicado a hacerle la vida imposible. Porque sí, nos llevábamos mal, muy mal, tan mal que yo me acuerdo de haberle empujado y tirado al suelo cuando me lo encontré un día en el parque, después de clase. Obviamente, él también se metía conmigo y nuestras peleas nunca acababan bien. 


Cuando la escuela de música a la que íbamos cerró, no volví a verle y me olvidé completamente de él. Hasta aquel día en clase de historia cuando se convirtió en mi nuevo compañero de clase.



Elena Martín.



( Continuará)

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