Leyendo se entiende la gente: Catherine de Patrick Modiano


 

Me leí “Catherine” sólo para saber si de verdad era tan fantástico como mi hermana decía que era. Ésta fue la principal y única razón por la que me sumergí en el borroso mundo de esta niña parisina.

Para mi yo de 10 años, aquello supuso un pequeño cambio en mí. Ver a una niña miope (como yo) y que se movía con gran libertad por el mundo y que lo veía de otra manera completamente distinta, me fascinó. Era como si recorriera París de su mano pero también sabiendo lo que ella estaba viendo y pensando en ese mismo momento. Mientras leía y releía esas páginas, era como si mi cuerpo estuviera diciendo: “¿Hay miles de maneras distintas de ver el mundo y tú has escogido la más aburrida y pesimista? ¿En serio?” Encima, Catherine no es que fuera muy inteligente o superdotada, lo que pasaba es que había cogido un camino que a nadie se le hubiera ocurrido tomar.

Además de todo esto, la historia de Catherine y su padre está basada en una que el autor conocía muy bien: su propia vida. La manera en la que cuenta que su padre había adoptado otra identidad al mudarse a Francia es una forma bonita de decir que el padre de Patrick era judío y tuvo que vivir en la clandestinidad y dedicarse a negocios turbios (con una identidad falsa)durante la ocupación nazi en Francia. El personaje de la señora Certitude (la madre de Catherine) era una bailarina americana que llegó a París con la intención de triunfar, está inspirado en su madre: una actriz belga que llegó a esa ciudad con el mismo sueño.

Como he dicho antes, el propósito del texto sobre la niña con gafas que quiere ser bailarina es transmitir que la realidad se puede ver de dos maneras: mirar de cara a la realidad… o no. Para que se entienda mejor esta idea, el libro viene acompañado de unos dibujos de un ilustrador genial: Jean-Jacques Sempé.

Sonia Martín. 1ºEA

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