Perseguidos por el destino

 


Dicen que cuando vas a morir ves pasar toda tu vida por delante para intentar encontrar alguna solución a tu problema mortal. Puede pasar en cinco segundos pero se te hacen horas. Eso solo te pasa cerca de la muerte.

El tiempo pasa rápido -me dije a mí mismo. Uno no se entera de lo rápido que pasa el tiempo hasta que se acaba. Por eso, nunca debes de esperar a que el tiempo se termine, siempre hay que intentar mejorar antes de que finalice. Porque la muerte puede llegar a cualquier hora.


Suele suceder pocas veces pero puedes llegar a saber cuando la muerte te espera, es espontánea, pero si nuestro destino se fija no hay más que hacer.


23 de julio, el día mas caluroso del verano, mis amigos y yo estabamos comentando sobre el partido de fútbol de ayer, sobre como habíamos ganado. Estuvimos un rato caminando hacía la plaza, al llegar a la plaza sin aviso alguno, todas las luces se apagaron y vimos una estela de fuego arder sobre hojarasca seca, “34 minutos”, me comentaron, no podía abrir los ojos, el miedo me invadía, a causa de ello me giré y corrí. De ello no nos preocupamos hasta 33 minutos después, pero todos sabíamos que había gato encerrado y, aunque el hedor se había esfumado, se nos quedo el mal sabor de boca. “34 minutos” seguía en nuestra cabeza, augurios de terror nos contenían al borde del desfiladero, entre espada y pared.


Y...Puf, cuando menos te lo esperas tu vida ves pasar por delante, tus pecados, tus decisiones, todo como si un tren con paradero desconocido pasara por delante de ti tan rápido que no te das cuenta.


Cuando el tren pasa por la parada no da segundas oportunidades.

                                                                                   Manuel Pérez Vilariño


1ºESO


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