Sombra

 


No puedo más, esto me mata por dentro y siento que me va a consumir. Mi mente se pierde en un río de pensamientos pesimistas, se ahoga mientras intenta sacar la cabeza a la cordura. 

Me recuerda a mi infancia, cuando gracias a mi torpeza, mi padre debía sacarme de un río helado que me llevaba a una cascada, a una caída que el cuerpo de una niña de 5 años no podría resistir sin la suerte de Dios. 


La diferencia con la sensación actual es que ahora no siento mis pulmones arder por aspirar agua helada. Lo cual no lo hace una experiencia más cómoda ya que ahora lo que arde es mi corazón, pero no por agua sino por impotencia. Mi estómago se empequeñece ante el miedo que siento cada noche al cerrar los ojos. Dormir es cada vez más difícil para mi, por mucho que me esfuerce en relajarme todo es en vano. Intento tomar un té antes de acostarme, hacer meditación, dar un paseo, darme una ducha fría o caliente, hacer ejercicios de relajación, pero a las sombras de mis sueños les da igual lo que haga. Cuando me duermo estoy a completa merced de mis miedos, cada vez peores. Se siente casi como si mi propia cabeza estuviese intentando dejarme atrapada en un mundo de pesadilla. 


Una sombra. Dos. Tres. Forman siluetas de personas, solo se consiguen ver los ojos, brillantes, como si quisieran dar esperanza. Un brillo que de normal daría confianza, seguridad y calma, pero al ser rodeada por una sombra que se va expandiendo y absorbiendo todo a su paso, el efecto es el contrario. No lo hace más alentador que a esa imagen la acompañe una música infantil. Es retorcido como cosas de nuestra infancia pueden llegar a convertirse en miedos tan profundos como los que llego a tener muchas noches. 


Estas sombras cada vez ocupan más espacio en mi mente, primero aparecen como un sueño recurrente. Una noche aparentemente normal que da comienzo a mi locura. Después de varias pesadillas donde el protagonista es un ser oscuro con ojos brillosos, paso a ver sombras en cosas que se parecen. En un viaje nocturno, las farolas juntas simulan ser ojos que te observan. En casa serían las luces de los vecinos que casualmente igual parecen observarme.


Mi privacidad es invadida poco a poco, lentamente, permitiendome saborear la mezcla de locura y cordura.


Ielisaveta Shapovalova 2Bach.

Entradas populares de este blog

Graduación 2Bachillerato curso 22/23

Lo nuestro es puro teatro

El mejor regalo es volver a casa.