Camino a Ítaca.

  Como cada año. Las hojas vuelven a caer. El calor se va y el frío llega. Y los engranajes del mundo vuelven a rotar, dejándonos con un nuevo comienzo, Una nueva barca sale de puerto con una nueva aventura esperándonos, Con nuevas esperanzas. Con nuevos problemas. Maduraremos.Conoceremos gente nueva. Pero siempre nos acompañarán nuestros fieles grumetes Y como siempre, el barco acabará llegando de nuevo al punto de partida. Pero no se irá sin más. Nos dejará una huella enorme en nuestra vida. Porque siempre será diferente Cada etapa, cada momento, cada otoño. Y aunque los males acechen y las tormentas caigan sobre nuestras cabezas, seguiremos adelante. Terminaremos nuestra aventura y de nuevo, cuando las hojas vuelvan a rozar suavemente el suelo y el calor se vuelva a ir, zarparemos a por la siguiente. Porque en este viaje que llamamos vida se viven muchos otoños, pero ninguno es igual al anterior. Ninguno es igual al siguiente. Y cuando este viaje acabe: nuestras aventuras perdurarán

  Riiiiiiiing! La clase de historia había terminado y era la hora del recreo. Y menos mal porque llevaba un día pésimo. Y todo porque no me he podido concentrar en  ninguna clase porque todavía seguía pensando en el misterioso mensaje que me había llegado el día anterior.  No podía, o más bien, no quería creerlo pero todo esto parecía indicar que la mariposa a la que “salvé” ayer me estaba agradeciendo la ayuda. Pero eso es imposible, porque los animales no tienen móvil, ni saben escribir, ni hablar ni pensar, ¿verdad?... En el recreo me juntaba con mis amigos en el jardín trasero del patio, un sitio con muchos árboles y bancos y bastante lejos de las pistas, donde estaba el resto del mundo. El recreo me sirvió para distraerme de mis pensamientos del extraño mensaje de la mariposa y estuve hablando con Paula y Jorge sobre el bachillerato que haríamos el año que viene cada uno. Yo no lo tengo muy claro pero ellos están súper convencidos de que van a ir por Ciencias. En fin, todavía qued